¿QUÉ NECESITAS PARA EL PARTO?

La llegada de un bebé a este mundo supone una serie de interrogantes que la madre se plantea y que muchas veces no sabe cómo afrontar. Sin embargo, el cuerpo de la mujer está diseñado para dar a luz pero al igual que cualquier otra función del organismo puede verse alterado por diversos factores que podrían convertir este evento en una experiencia para nada grata.

 

 

Más allá de las consultas médicas y de saber que el embarazo va bien, hay que recuperar esa confianza que la mujer debería tener en su capacidad de parir. ¿Qué necesita para ello?

 

 

INFORMACIÓN.  Conocer cómo funciona el cuerpo, para qué sirve cada órgano y cómo participan cuando el trabajo de parto inicia. Saber qué hormonas entran en juego y lo importantes que son para que el proceso se desarrolle naturalmente. Conocer sobre el proceso del parto. Saber cómo se desencadena y en qué momento hay que actuar. Y sobretodo conocer, cuáles son esos factores que pueden perturbar el curso normal del trabajo de parto.

 

COMODIDAD. Si una mujer está cómoda, seguramente podrá manejar mucho mejor cada contracción. Mantenerla rígida y en una sola postura (generalmente acostada) quita a la madre la libertad de poder moverse y hacer lo que su cuerpo pide y su bebé necesita en ese momento.

 

ENTORNO. El entorno es todo aquello que rodea a la madre y que jugará a favor de ella. Un ambiente amplio que le permita desplazarse si lo desea. Con luz o poca luz. Con la temperatura ideal para no sentir frío ni calor. Con compañía o sin ella. Con la privacidad suficiente para mantenerla concentrada y enfocada en su trabajo. Y con todos los recursos posibles que la hagan sentir bien.

 

DISFRUTAR EL PROCESO. Y esto podría resultar algo irónico para muchos. ¿Acaso es posible disfrutar el proceso cuando las contracciones se dan de forma frecuente y se van haciendo cada vez más intensas? Pues bueno, durante este proceso, el cuerpo de la mujer (no tensa), produce un ‘coctel’ hormonal capaz de llevarla a un estado en el cual se desconecte de lo exterior y se enfoque en lo que está sintiendo segundo a segundo.

 

Con todo lo anterior, pongamos un ejemplo: ¿Cómo recibimos a una persona muy querida y que no vemos hace muchísimo tiempo? Imaginen esa situación. Imaginen que esperarán en casa a que llegue.  ¿Cómo nos preparamos? Limpiamos cada rincón de la casa. La arreglamos y hasta la podemos decorar si queremos. Preparamos un rico almuerzo. Nos ponemos nuestro mejor vestido pero sobretodo dibujamos nuestra mejor sonrisa. Cuando la hora se acerca, un torrente de emociones nos embarga por todo el cuerpo. Hay una especie de ansiedad por querer verla ya pero también hay emoción, felicidad y mucho amor.

 

¿Por qué, entonces, no preparar así el recibimiento de la persona más importante para una madre? ¿Por qué no cuidar el entorno para que ella se pueda sentir cómoda mientras su bebé se toma su tiempo para llegar? ¿Por qué no hacer todo lo posible para no perturbar la tranquilidad de la mujer? Y finalmente, ¿por qué no dejar que ese mismo torrente de emociones invada a la madre en su trabajo de parto, en vez de llenarla de miedos equivocados que alteren su ideal estado de felicidad? No hay duda que al tratarse de una experiencia nueva (sobretodo en mamás primerizas) pueda generar algo de temor, hasta cierto punto normal, pero ¿por qué dejar que ese temor sea la emoción dominante?

 

Finalmente, estos son los ingredientes más importante que necesitaremos para el óptimo recibimiento de un bebé: cuidar el entorno de la madre, brindarle soporte y apoyo mientras la alentamos para que continúe su camino y sobretodo, proteger sus emociones para que ninguna acción hacia ella, la perturbe al punto de cambiar su percepción sobre el parto de forma negativa. Necesitamos a una madre fortalecida, segura, tranquila y empoderada de su cuerpo y emociones. Del entorno debemos encargarnos el resto.

 

 

Obst. Jennifer Lihim

 

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